sábado, 19 de septiembre de 2009

Capitulos Eliminados de New Moon (La Beca)

Esta es la sección más larga que corté de Luna Nueva; es la mayor parte del capítulo
seis original (“Declaración”, entonces atrás), más siete escenas cortas que continuaban
el argumento de “la beca” a lo largo de la novela, completamente al fin. Pienso que todo
era un poco divertido, pero mis editores no estaban de acuerdo. No era necesario, así
que fue sacrificado en el altar de la edición.
Escena uno: El día siguiente de que Bella fuese a ver la película de zombis con Jessica:
Todavía echaba de menos Phoenix en raras ocasiones, cuando era provocado. Ahora,
por ejemplo, cuando me dirigía al Banco Federal de Forks a depositar mi cheque de
pago. Qué no daría yo por la conveniencia de un llegado, cajero automático. O por lo
menos el anonimato de un extraño detrás de la mesa.
- Buenas tardes, Bella - me saludó la madre de Jessica.
- Hola, señora Stanley.
- Es muy agradable que pudieses salir con Jessica la noche pasada. Estaba siendo
demasiado largo - Me chasqueó la lengua, sonriendo para hacer con esto un sonido
amistoso. Algo en mi expresión tenía que estar mal, porque la sonrisa fue
repentinamente de madera, y deslizó su mano nerviosamente a través de su pelo,
donde se atascó durante un minuto; su pelo era exactamente tan rizado como el de
Jessica, y rociado para arreglar sus rígidos rizos.
Sonreí otra vez, comprendiendo también que era un segundo tarde. Mi tiempo de
reacción estaba oxidado.
-Sí - sonreí con la esperanza de que mi tono fuese sociable - He estado muy ocupada,
ya sabes. El instituto… el trabajo…-Me apresuré para pensar en añadir algo más a mi
corta lista, pero me había quedado en blanco.
- Seguro - sonrió más cálidamente, probablemente feliz de que mi respuesta sonara algo
más normal y bien ajustada.
De repente se me ocurrió que quizá no estaba bromeando conmigo cuando asumí cuál
era la razón tras su sonrisa. Quién sabe que le habría dicho Jessica sobre la noche
pasada. Cualquiera que fuera, no estaba totalmente sin confirmar. Era la hija de la
excéntrica ex de Charlie – la demencia puede ser genética. La primera socia de
anormales del pueblo; salté el pasado rápidamente, estremeciéndome. Víctima reciente
de un coma andante. DDecidí que había un argumento bastante bueno para estar loca,
aún sin contar las voces que oía ahora, y me pregunté si la señora Stanley pensaba
realmente eso.
Debió haber visto la especulación en mis ojos. Miró rápidamente hacia otro lado, fuera
de las ventanas detrás de mí.
- Trabajo - repetí, llamando de nuevo su atención mientras ponía el cheque sobre el
mostrador - Por eso es por lo que estoy aquí, por supuesto.
Sonrió de nuevo, su barra de labios se estaba agrietando a medida que progresaba el
día, y estaba claro que había pintado sus labios mucho más de lo que estaban en
realidad.
- ¿Cómo le van las cosas a los Newton? - preguntó alegremente.
- Bien, recogiendo lo de temporada - Dije automáticamente, aunque ella conducía por el
aparcamiento del Olimpyc Outfitter mucho todos los días podría haber visto coches
desconocidos. Probablemente conocía la bajada y el flujo de los negocios de campistas
mucho más que yo.
Movió la cabeza ausentemente mientras tecleaba claves en el ordenador frente a ella.
Mis ojos deambulaban a través del mostrador marrón oscuro, con sus más de setenta
líneas naranja brillante adornando los bordes. Las paredes y la alfombra habían sido
modernizadas con un gris más neutro, pero el mostrador atestiguaba el decorado
original de la construcción.
- Hmmm - murmuró la señora Stanley en un tono más alto de lo normal. Volví para
echarle un vistazo, sólo medio interesada, preguntándome si habría una araña en el
escritorio que la había asustado.
Pero sus ojos todavía estaban pegados en la pantalla del ordenador. Sus dedos estaban
inmóviles ahora, su expresión sorprendida e incómoda. Esperé, pero no dijo nada más.
- ¿Algo está mal? - ¿Estaban tratando los Newton de pasar cheques sin fondos?
- No, no - farfulló rápidamente, mirándome con un extraño resplandor en los ojos.
Parecía estar reprimiendo algún tipo de emoción. Eso me recordó a Jessica cuando tenía
algún nuevo chisme que se moría por compartir.
- ¿Quieres que te imprima tu balance? - Preguntó la señora Stanley ansiosamente. No
era mi hábito – mi cuenta crecía tan predecible y lentamente que no era difícil hacer el
cálculo en mi cabeza. Pero el cambio en su tono me hizo curiosa. ¿Qué había en la
pantalla del ordenador que la fascinaba?
- Claro - coincidí.
Tecleó una clave, y la impresora escupió rápidamente un corto documento.
-Aquí tienes - Arrancó el papel con tanta prisa que lo rasgó por la mitad.
- Oops, siento mucho esto - Revoloteó alrededor de la mesa, sin encontrarse nunca con
mi mirada curiosa, hasta que encontró un rollo de cinta. Pegó los dos trozos de papel
juntos y los empujó hacia mí.
- Er, gracias - murmuré. Con el trozo de papel en la mano, giré y me dirigí a la puerta
principal, echando una rápida mirada para ver si podía decir cuál era el problema de la
señora Stanley.
Pensaba que mi cuenta debía tener sobre mil quinientos treinta y cinco dólares. Me
equivoqué, eran treinta y seis con cincuenta, en vez de treinta y cinco.
Y había veinte de los grandes extra, también.
Me quedé helada en el sitio, intentando entender los números. La cuenta estaba veinte
mil dólares por encima antes de mi depósito de hoy, los que entonces habían sido
agregados correctamente.
Durante un minuto consideré cerrar mi cuenta inmediatamente. Pero, suspirando una
vez, volví al mostrador donde la señora Stanley estaba esperando con brillantes e
interesados ojos.
- Aquí tiene que haber un error del ordenador, señora Stanley - le dije, devolviéndole la
hoja de papel. “Sólo deben ser los mil quinientos treinta y seis con cincuenta.
Sonrió con complicidad
- Creo que parece un poco raro.
- En mis sueños, ¿Bien? - sonreí también, impresionándome a mí misma con la
normalidad de mi tono.
Tecleó enérgicamente.
- Veo el problema aquí… hace tres semanas aparece un depósito de veinte mil de…
hmmm, otro banco según parece. Imagino que alguien dio los números mal.
- ¿Cuántos problemas tendré si retiro el dinero? - Me burlé.
Se rió ausentemente mientras continuaba tecleando.
- Hmmm - dijo otra vez, su frente se arrugó en tres profundas rayas - Esto parece que
fue una transferencia por cable. No tenemos muchas de éstas. ¿Sabes qué? Voy a hacer
que la señora Gerandy le eche un vistazo a esto… - su voz se arrastró mientras se
giraba lejos de la computadora, su cuello se estiró para examinar la puerta abierta
detrás de ella - ¿Charlotte, estás ocupada? - la llamó.
No hubo respuesta. La señora Stanley cogió el extracto y caminó rápidamente a través
de la puesta trasera donde debían estar las oficinas.
La miré después durante un minuto, pero no reapareció. Giré alrededor y miré
ausentemente fuera de las ventanas delanteras, viendo la lluvia deslizarse hacia abajo
por el cristal. La lluvia caía en impredecibles riachuelos, a veces inclinada por el viento.
No llevé la cuenta del tiempo mientras esperaba. Intenté mantener mi mente flotando
en blanco, pensando en nada, pero parecía que no podía volver a ese estado de
semiinconsciencia.
Finalmente oí voces detrás de mí otra vez. Me giré para ver a la señora Stanley y a la
mujer del Dr. Gerandy sacando archivos de la habitación delantera con la misma sonrisa
educada en ambas caras.
- Lo siento por esto, Bella - dijo la señora Gerandy - Debo poder aclarar esto arriba con
una llamada telefónica verdaderamente corta. Puedes esperar si quieres - Gesticuló a la
hilera de sillas de madera contra la pared. Parecía que pertenecían a la mesa del cuarto
de estar de alguien.
- Vale - asentí. Caminé sobre las sillas y me senté justo en la de en medio, deseando de
repente tener un libro. No había leído nada durante un tiempo, fuera del instituto. E
incluso después, cuando algunas ridículas historias de amor eran parte del plan de
estudios, haría trampas con notas de roca. Era un alivio estar trabajando en Granja
animal ahora.
Pero tenía que haber otros libros seguros. Novelas políticas. Misteriosos asesinatos. Los
asesinatos horripilantes no eran un problema; justo tanto tiempo como no había
estrellado los ojos con el que tratar un argumento secundario romántico.
Esperé tanto tiempo que me irrité. Estaba cansada de mirar la aburrida habitación gris,
sin una pintura que aliviase las blancas paredes. No podía ver a la señora Stanley
mientras se arrastraba a través de las pilas de papeles, parándose de vez en cuando
para meter alguna cosa en el ordenador – me miraba alguna vez, y después cogía mi
mirada, parecía incómoda y abandonaba un archivo. Podía oír la voz de la señora
Gerandy, un tenue murmullo que se desviaba fuera de la habitación trasera, pero no era
lo suficientemente claro para decirme nada de la manera en que había mentido acerca
de la longitud necesaria de la llamada telefónica. Había sido tan largo que cualquiera
podría estar esperando mantener en blanco su mente, y si esto no terminaba pronto, yo
no sería capaz de ayudar. Podía tener que pensar. Estaba siendo presa del pánico
rápidamente, intentando subir con seguridad el objeto del pensamiento.
Estaba salvada con la reaparición de la señora Gerandy. Le sonreí agradecida cuando
asomó su cabeza por la puerta, su fino, blanco pelo captaron mi atención al mismo
tiempo.
- Bella, ¿Te importaría reunirte conmigo? - preguntó, y me di cuenta de que tenía el
teléfono apretado contra su oreja.
- Claro - murmuré mientras ella desaparecía.
La señora Stanley tuvo que abrir la mitad de las puertas del final del mostrador para
dejarme pasar. Su sonrisa era ausente, no se encontró con mis ojos. Yo estaba
absolutamente segura que estaba planeando escuchar a escondidas.
Mi mente corrió a través de todas las posibilidades concebibles mientras corría hacia
atrás a la oficina. Alguien estaba blanqueando dinero a través de mi cuenta. O quizá
Charlie estaba aceptando sobornos y yo estaba perdiendo su cubierta. Aunque ¿Quién
tendría esa clase de dinero con el que sobornar a Charlie? Quizá Charlie era acosado,
cogiendo sobornos, y utilizando mi cuenta para blanquear el dinero. No, no podía
imaginar a Charlie siendo acosado. Quizá era Phil. ¿Cómo de bien conocía realmente a
Phil, después de todo?
La señora Gerandy estaba aún al teléfono, y ella me indicó con el mentón la silla de
tijera de metal que encaraba su escritorio. Estaba garabateando rápidamente en el
reverso de un sobre. Me senté, preguntándome si Phil tenía un oscuro pasado, y si yo
iba a ir a la cárcel.
- Gracias, sí. Bien, creo que eso es todo. Sí, sí. Muchas gracias por su ayuda - La señora
Gerandy derrochó una sonrisa en el receptor de teléfono antes del colgar. No parecía
enfadada o sombría. Más excitada y confusa. Lo que me recordó a la señora Stanley en
el vestíbulo. Jugueteé por un segundo con saltar a través de la puerta y asustarla.
Pero la señora Gerandy habló.
- Bien, creo que tengo unas muy buenas noticias para ti… aunque no puedo imaginar
cómo no habías sido informada de esto - Me miró críticamente, como si esperase que
me golpease la frente y dijese, ¡o ESOS veinte mil! ¡Se me olvidó completamente!
- ¿Buenas noticias? - puntualicé. Las palabras implicaban que este misterio era bastante
complicado de desentrañar para ella, y daba la impresión de que yo era más rica de lo
que habíamos pensado unos minutos antes.
- Bueno, si realmente no lo sabes… entonces ¡felicidades! Te ha sido concedida una
beca de…” miró hacia abajo a sus notas garabateadas - el Pacific Northwest Trust.
- ¿Una beca? - Repetí con incredulidad.
- Sí, ¿No es excitante? Dios mío, ¡serás capaz de ir a cualquier universidad que quieras!
Fue en ese preciso momento, mientras ella sonreía de oreja a oreja de felicidad por mi
buena fortuna, cuando supe exactamente de dónde venía el dinero. A pesar de la
repentina prisa del enfado, sospecha, ultraje y dolor, intenté hablar calmadamente.
- Una beca que deposita veinte mil dólares en efectivo en mi cuenta - destaqué - En
lugar de pagarlo a la escuela. Sin ninguna forma de cerciorarse de que utilizo todo el
dinero para la escuela.
Mi reacción la ruborizó. Parecía estar ofendida por mis palabras.
- Sería muy imprudente no usar ese dinero para el propósito destinado, Bella, querida.
Esto es una oportunidad única en la vida.
- Por supuesto - dije ácidamente - ¿Y mencionó esta Pacific Northwest Trust por qué me
eligieron a mí?
Miró sus notas otra vez, y frunció un poco el ceño debido a mi tono.
- Es muy prestigiosa – ellos no conceden una beca como esta todos los
años.
- Apostaré.
Me echó un vistazo y retiró la mirada rápidamente. El banco de Seattle que maneja los
fondos me expidió al hombre que a administra las asignaciones de beca. Él dijo que esta
beca es concedida basada en méritos, género y emplazamiento. Está destinada a
mujeres estudiantes de pueblos pequeños que no tienen las oportunidades disponibles
de las grandes ciudades.
Parecía que alguien pensaba que él estaba siendo divertido.
- ¿Méritos? - Pregunté con desaprobación - Tengo un tres con siete puntos de promedio.
Puedo llamar a tres chicas en Forks que tienen mejores grados que yo, y una de ellas es
Jessica. Además – nunca solicité esta beca.
Ella estaba muy ruborizada ahora, cogiendo el bolígrafo y dejándolo otra vez,
inquietante el colgante que llevaba entre su pulgar y su índice. Ojeó a través de sus
notas otra vez.
- Él mencionó que…- fijó sus ojos en el sobre, insegura de qué hacer con mi actitud - No
aceptan solicitudes. Funcionan mediante las solicitudes rechazadas de otras becas y
escogen a los estudiantes que sienten que han sido injustamente pasados por alto. Ellos
obtuvieron tu nombre de una solicitud que enviaste para la ayuda financiera basada en
méritos para la Universidad de Washington.
Sentí que los extremos de mi boca descendían. No había sabido que la solicitud había
sido rechazada. Era algo que había llenado hace mucho tiempo, antes...
Y no había hecho el seguimiento con ningunas otras posibilidades, aunque las fechas
topes pasaban por mí. No parecía poder enfocar el futuro. Pero la Universidad de
Washington era el único lugar que podría mantenerme cerca de Forks y de Charlie.
- ¿Cómo conseguían las solicitudes rechazadas? - Pregunté con monotonía.
- No estoy segura, querida - La señora Gerandy estaba infeliz. Quería excitación y había
obtenido hostilidad. Deseaba tener la manera de explicarle que la negatividad no tenía
nada que ver con ella - Pero el administrador dejó su número por si tenía algunas
preguntas – puedes llamarle tú misma. Estoy segura de que puede asegurarte de lo que
este dinero significa realmente para ti.
No estaba dudando de eso. Querría ese número.
Escribió rápidamente en un trozo rasgado de papel. Hice una nota mental de un
donativo anónimo de bloc de post-it para el banco.
El número era de larga distancia.
- ¿Supongo que no dejó una dirección de correo electrónico? - Pregunté escéptica. No
quería aumentar las facturas de Charlie.
- En realidad lo hizo - sonrió, feliz de tener algo que yo parecía querer. Alcanzó a través
de la mesa para escribir otra línea en mi trozo de papel.
- Gracias, me pondré en contacto con él tan pronto como llegue a casa - Mi boca era
una línea dura.
- Dulzura - dijo la señora Gerandy dudando - Deberías estar feliz con esto. Es una gran
oportunidad.
- No voy a coger veinte mil dólares que no he ganado - repliqué, intentando mantener el
rastro de indignación fuera de mi voz.
Se mordió el labio, y miró abajo otra vez. Pensaba que yo estaba loca, también. Bueno,
estaba dispuesta a hacerla decirlo en alto.
- ¿Qué? - exigí.
- Bella…- hizo una pausa y esperó con los dientes apretados - Es sustancialmente - Es muy prestigiosa – ellos no conceden una beca como esta todos los
años.
- Apostaré.
Me echó un vistazo y retiró la mirada rápidamente. El banco de Seattle que maneja los
fondos me expidió al hombre que a administra las asignaciones de beca. Él dijo que esta
beca es concedida basada en méritos, género y emplazamiento. Está destinada a
mujeres estudiantes de pueblos pequeños que no tienen las oportunidades disponibles
de las grandes ciudades.
Parecía que alguien pensaba que él estaba siendo divertido.
- ¿Méritos? - Pregunté con desaprobación - Tengo un tres con siete puntos de promedio.
Puedo llamar a tres chicas en Forks que tienen mejores grados que yo, y una de ellas es
Jessica. Además – nunca solicité esta beca.
Ella estaba muy ruborizada ahora, cogiendo el bolígrafo y dejándolo otra vez,
inquietante el colgante que llevaba entre su pulgar y su índice. Ojeó a través de sus
notas otra vez.
- Él mencionó que…- fijó sus ojos en el sobre, insegura de qué hacer con mi actitud - No
aceptan solicitudes. Funcionan mediante las solicitudes rechazadas de otras becas y
escogen a los estudiantes que sienten que han sido injustamente pasados por alto. Ellos
obtuvieron tu nombre de una solicitud que enviaste para la ayuda financiera basada en
méritos para la Universidad de Washington.
Sentí que los extremos de mi boca descendían. No había sabido que la solicitud había
sido rechazada. Era algo que había llenado hace mucho tiempo, antes...
Y no había hecho el seguimiento con ningunas otras posibilidades, aunque las fechas
topes pasaban por mí. No parecía poder enfocar el futuro. Pero la Universidad de
Washington era el único lugar que podría mantenerme cerca de Forks y de Charlie.
- ¿Cómo conseguían las solicitudes rechazadas? - Pregunté con monotonía.
- No estoy segura, querida - La señora Gerandy estaba infeliz. Quería excitación y había
obtenido hostilidad. Deseaba tener la manera de explicarle que la negatividad no tenía
nada que ver con ella - Pero el administrador dejó su número por si tenía algunas
preguntas – puedes llamarle tú misma. Estoy segura de que puede asegurarte de lo que
este dinero significa realmente para ti.
No estaba dudando de eso. Querría ese número.
Escribió rápidamente en un trozo rasgado de papel. Hice una nota mental de un
donativo anónimo de bloc de post-it para el banco.
El número era de larga distancia.
- ¿Supongo que no dejó una dirección de correo electrónico? - Pregunté escéptica. No
quería aumentar las facturas de Charlie.
- En realidad lo hizo - sonrió, feliz de tener algo que yo parecía querer. Alcanzó a través
de la mesa para escribir otra línea en mi trozo de papel.
- Gracias, me pondré en contacto con él tan pronto como llegue a casa - Mi boca era
una línea dura.
- Dulzura - dijo la señora Gerandy dudando - Deberías estar feliz con esto. Es una gran
oportunidad.
- No voy a coger veinte mil dólares que no he ganado - repliqué, intentando mantener el
rastro de indignación fuera de mi voz.
Se mordió el labio, y miró abajo otra vez. Pensaba que yo estaba loca, también. Bueno,
estaba dispuesta a hacerla decirlo en alto.
- ¿Qué? - exigí.
- Bella…- hizo una pausa y esperó con los dientes apretados - Es sustancialmente más
que veinte mil dólares.
- ¿Perdón? - Me atraganté - ¿Más?
- Veinte mil dólares es solamente el pago inicial, en realidad. A partir de ahora recibirás
cinco mil dólares todos los meses hasta que termines tu carrera universitaria. Si te
matriculas en cursos de postgrado, ¡la beca continuará pagándote por ello! - Se estaba
emocionando otra vez, mientras me decía esto.
No pude hablar al principio, estaba muy furiosa. Cinco mil dólares al mes que abarcaban
un tiempo ilimitado. Quería romper algo.
- ¿Cómo? - Me las arreglé para decir.
- No entiendes lo que significa para ti.
- ¿Cómo obtendré cinco mil dólares al mes?
- Se transferirán a tu cuenta aquí - respondió, perpleja.
Hubo un corto segundo de silencio.
- Cerraré esta cuenta ahora - dije con voz llana.
Me llevó quince minutos convencerla de que estaba seria. Ella tenía un interminable
suministro de razones por la que eso era una mala idea. Argumenté acaloradamente
hasta que finalmente se me ocurrió que ella estaba preocupada por darme los veinte
mil. ¿Llevaron ellos esa cantidad en mano?
- Mira, señora Gerandy - la tranquilicé - Sólo quiero retirar mis mil quinientos.
Realmente apreciaría si transfirieras ese dinero de nuevo a donde procede. Lo resolveré
con esto - verifiqué el trozo de papel - El señor Isaac Randall. Realmente esto es un
misterio.
Esto pareció que la relajó.
Sobre veinte minutos después, con un rollo de mil quinientos dólares, un de veinte, uno
de diez, uno de cinco, uno de uno, y cincuenta centavos en mi bolsillo, escapé del banco
con alivio. La señora Stanley y la señora Gerandy permanecieron lado a lado en el
mostrador, mirándome fijamente después con grandes ojos.
***
Escena dos: esa misma noche, después de comprar las motocicletas y visitar a Jacob
por primera vez…
Cerré mi puerta detrás de mí, y saqué de mi bolsillo mi fondo para la universidad.
Parecía un bonito rollo pequeño en la palma de mi mano. Lo metí dentro de punta de un
calcetín desparejado y lo empujé al fondo del cajón de mi ropa interior. Probablemente
no era el lugar más original para esconderlo, pero me preocuparía por proponer algo
más creativo más tarde.
En mi otro bolsillo estaba el trozo de papel con el teléfono de Isaac Randall y su
dirección de correo electrónico. Lo rebusqué y lo coloqué en el teclado de mi ordenador,
después pulsé el botón de encendido, dando un golpecito con mi pie mientras la pantalla
brillaba lentamente a la vida.
Cuando estaba conectada, abrí mi cuenta de correo gratuita. Me demoré, tomándome
tiempo en borrar la montaña de spam que se había construido en los pocos días desde
que había escrito a Renee. Finalmente había terminado mi ocupado trabajo, y arranqué
una caja nueva de la composición.
La dirección de correo era para “irandall” así que asumí que iría directamente al hombre
que necesitaba.
Querido Sr. Randall, escribí.
Espero que recuerde la conversación que tuvo esta tarde con la señora Gerandy del
Banco Federal de Forks. Mi nombre es Isabella Swan, y aparentemente usted tiene la
impresión de que me ha sido concedida una generosa beca de la compañía Pacific
Northwest Trust.
Lo siento, pero no puedo aceptar esta beca. He preguntado si el dinero que había
recibido por transferencia se podía devolver a la cuenta de la que vino y liquidé mi
cuenta en el Banco Federal de Forks. Por favor conceda la beca a un candidato
diferente.
Gracias. I. Swan.
Me llevó algunos intentos conseguir que sonase bien – formal, y con un final sin
ambigüedades. La leí dos veces antes de enviarla. No estaba segura de qué clase de
indicaciones había recibido el señor Randall sobre las becas falsas, pero yo no podía ver
ningún resquicio en mi respuesta.
***
Escena tres: pocas semanas antes de la “cita” de Bella y Jacob con las motocicletas.
Cuando volví, cogí el correo de la misma forma. Pasé rápidamente las facturas y la
propaganda, hasta que obtuve la carta de debajo del montón.
Era un sobre normal de empresa, dirigido a mí – mi nombre estaba escrito a mano, lo
cual era inusual. Miré la dirección del remitente con interés.
Interés que rápidamente se tornó en una náusea nerviosa. La carta provenía de la
Oficina de Asignaciones de Becas del Pacific Northwest Trust. No había la dirección de la
calle bajo el nombre.
Probablemente fuese un reconocimiento formal de mi renuncia, me dije a mí misma. No
había razón para sentirse nerviosa. Ninguna razón, excepto el pequeño detalle que
pensando sobre cualquier parte de esto bastante a fondo quizá me mande hacia abajo
en una espiral a la tierra del autómata. Sólo eso.
Deje el resto del correo en la mesa para Charlie. Reuní mis libros en la planta de la sala
de estar, y corrí escaleras arriba. Una vez que estuve en mi habitación, cerré la puerta y
rasgué el sobre para abrirlo. Tuve que acordarme de permanecer enfadada. El enfado
era la clave.
Querida Señorita Swan,
Permítame felicitarla formalmente por haberle sido concedida la prestigiosa Beca J.
Nicholls del Pacific Northwest Trust. Esta beca sólo es concedida infrecuentemente, y
debería sentirse orgullosa de saber que el Comité de Asignaciones escogió su nombre
unánimemente para este honor.
Ha habido algunas pequeñas dificultades para concederle su dinero de la beca, pero por
favor no se preocupe. Me he tomado la molestia de ver que usted pone los menores
inconvenientes posibles. Por favor encuentre el cheque bancario adjunto de veinticinco
mil dólares; la concesión inicial más tu primer mes de asignación.
Una vez más la felicitó por su logro. Por favor excepto los mejores deseos del todo el
Pacific Northwest Trust por su futura carrera universitaria.
Sinceramente,
Randall
El enfado no era problema.
Miré en el sobre, y bastante segura, había un cheque dentro.
“¿Quién es esta gente?” gruñí entre mis dientes apretados, arrugando la carta, con una
mano, en una apretada pelota.
Con furia pisé fuerte mi papelera, para encontrar el número de teléfono del señor I.
Randall. Sin preocuparme de que fuese de larga distancia – esto iba a ser una
conversación realmente corta.
- Oh, mierda - silbé. La papelera estaba vacía. Charlie había sacado mi basura.
Tiré el sobre con el cheque sobre la cama y alisé la carta otra vez. Estaba en el papel de
la compañía, con Departamento de Asignaciones de Becas Pacific Northwest escrito en
verde oscuro cruzando la pparte superior, pero no había más información, sin dirección,
sin número de teléfono.
- Joder.
Hice plof en el borde de mi cama e intenté pensar con claridad. Obviamente, ellos me
ignoraban. No podía haber dejado mis sentimientos más claros, así que esto no era una
mala comunicación. Probablemente daría igual si llamase.
Así que sólo había una cosa que hacer.
Volví a arrugar la carta, destrozando el sobre con el cheque, también, y me moví
sigilosamente escaleras abajo.
Charlie estaba en la sala de estar, con la televisión encendida fuerte.
Fui al fregadero de la cocina, y tiré las bolas de papel en él. Después registré nuestro
cajón de varios trastos hasta que encontré una caja de cerillas. Encendí una, y la
empujé cuidadosamente en una grieta del papel. Encendí otra, e hice lo mismo. Casi fui
a por la tercera, pero el papel estaba ardiendo muy alegremente, así que realmente no
la necesitaba.
- ¿Bella? -Llamó Charlie por encima del sonido de la televisión.
Giré la llave del grifo rápido, teniendo una sensación de satisfacción mientras la fuerza
del agua rompía las llamas en una sustancia pegajosa, lisa y cenicienta.
- ¿Sí, papá? - Empujé las cerillas de nuevo al cajón, y lo cerré rápidamente.
- ¿Hueles humo?
-No, papá.
-Hmmm.
Aclaré el fregadero, asegurándome de que toda la ceniza se había ido por el desagüe, y
entonces corrí la eliminación por añadidura.
Volví a mi habitación, sintiéndome un poco apaciguada. Podían enviarme todos los
cheques que quisiesen. Pensé gravemente. Siempre podía conseguir más cerillas cuando
se agotasen.
***
Escena cuatro: durante el periodo de tiempo que Jacob la está evitando
En el umbral de la puerta había un paquete de FedEx. Lo cogí con curiosidad, esperando
un remite desde Florida, pero fue enviado desde Seattle. No había enumerados
remitentes fuera de la caja.
Estaba dirigido a mí, no a Charlie, así que lo puse sobre la mesa y rasgué la lengüeta
que atravesaba el cartón para abrirlo.
Tan pronto como vi el logotipo del Pacific Northwest Trust, sentí como si la
gripe estomacal estuviese volviendo. Caí en la silla más cercana sin mirar la carta, la
furia se estaba construyendo lentamente.
No pude ni traerla para leerla, aunque no estaba lejos. Lo saqué, puse mi cara sobre la
mesa, y miré atrás en la caja con reticencia, para ver qué había en el fondo. Era un
abultado sobre manila. Debía abrirlo, pero estaba tan enojada que lo tiré fuera de todos
modos.
Mi boca era una línea dura mientras rasgaba a través del papel sin molestarme en abrir
la solapa. Tenía bastante con lo que tratar en ese momento. No necesitaba el recuerdo
o la irritación.
Estaba impresionada, y de todas formas todavía in sorprendida. Que podría ser sólo esto
– tres delgado montones de facturas, colocadas ordenadamente con anchas gomas. No
tenía que mirar los valores. Sabía exactamente cuánto estarían tratando de forzar en
mis manos. Serían treinta mil dólares.
Levanté el sobre cuidadosamente como una rosa y giré para dejarlo caer en el
fregadero. Las cerillas estaban justo en la parte superior del cajón de varios, justo
donde las había dejado antes. Saqué una y la encendí.
Ardía cada vez más cerca de mis dedos mientras miraba fijamente el odioso sobre. No
podía hacer que mis dedos la dejaran caer. Agité la cerilla fuera antes de que me
quemase, mi cara se retorcía en un gesto de disgusto.
Cogí la carta de la mesa, arrugándola en una pelota y lanzándola al otro fregadero,
encendí otra cerilla y la empujé en el papel, mirando con severa satisfacción mientras
ardía. Un calentamiento. Alcancé otra cerilla. De nuevo, ardió cerca de mis dedos antes
de que la tirase a las cenizas de la carta. No me podía causar a mí misma acabar de
quemar treinta mil dólares.
Así que ¿Qué iba a hacer con esto? No había dirección para devolverlo – estaba bastante
segura de que la compañía no existía realmente.
Y después se me ocurrió que tenía una dirección.
Metí el dinero de nuevo en la caja de FedEx, rompiendo la etiqueta para que si alguien
más lo encontraba, sería imposible para ellos relacionarlo conmigo, y me dirigí de vuelta
a mi camioneta, refunfuñando incoherentemente todo el camino. Me prometí a mí
misma que haría algo especialmente imprudente con mi motocicleta esta semana.
Comenzaría a saltar peligrosamente si debía.
Odiaba todas las pulgadas de conducción mientras atravesaba los tenebrosos árboles,
apretando mis dientes, hasta que me estaba doliendo la mandíbula. Las pesadillas serían
fieras esta noche – solo estaba preguntando por esto. Los árboles abrían en los
helechos, y conducía enfurecidamente a través de ellos, permitiéndome una doble línea
de aplastados tallos rezumando detrás de mí. Paré delante de las escaleras, tirándolo en
punto muerto.
La casa parecía justo la misma, dolorosamente vacía, muerta. Sabía que estaba
proyectando mis propios sentimientos sobre su apariencia, pero eso no cambia la
manera en que la veía. Cuidadosa de no mirar a través de las ventanas, caminé a la
puerta principal. Deseé desesperadamente por un solo minuto ser un zombi otra vez,
pero la insensibilidad estaba caducada hacía tiempo.
Coloqué la caja en el umbral de la casa abandonada y giré para irme.
Paré en el escalón superior, no podía dejar solo un montón de dinero en efectivo
delante de la puerta. Eso era casi tan malo como quemarlo.
Con un suspiro, bajé mis ojos, y cogí la ofensiva caja. Quizá pudiese solo donarlo
anónimamente para una buena causa. Una caridad para la gente con enfermedades
sanguíneas, o algo.
Pero estaba sacudiendo mi cabeza mientras volvía al interior de mi camioneta. Era su
dinero, y maldita sea, él lo conservaría. Si lo hubiesen robado de su porche delantero,
sería culpa suya, no mía.
Mi ventana estaba abierta, y antes de irme, sólo tiré la caja tan fuerte como pude hacia
la puerta.
Nunca tuve la mejor puntería. La caja golpeó fuerte contra la ventana delantera,
haciendo un agujero tan grande que parecía que había lanzado una lavadora.
- ¡Oh, mierda! - grité fuerte, cubriendo mi cara con las manos.
Debería haber sabido que no importaba qué hiciese, sólo haría las cosas peor.
Afortunadamente el enfado se reafirmó a sí mismo después. Esto era culpa suya, me
recordaba a mí misma. Sólo estaba regresando a su propietario. Era su problema que
hubiera estado haciendo tal tarea. Además, el sonido demoledor del cristal era la clase
de frío – que me hacía sentir una pequeña parte mejor de una forma perversa.
Realmente no me convencí a mí misma, pero saqué la camioneta en punto muerto y
conduje fuera a pesar de todo.
Esto era como cerrar como podía venir enviando el dinero de vuelta a donde pertenecía.
Y ahora tenía un conveniente paso para dejar caer la caja con el dinero del plazo del
próximo mes. Era lo mejor que podía hacer.
Lo repasé unas cien veces después de dejar la casa. Fui a por el listín telefónico
buscando cristaleros, pero no había extraños para pedir ayuda. ¿Cómo explicaría la
dirección? ¿Tendría Charlie que arrestarme por vandalismo?
***
Escena cinco: la primera noche que Alice vuelve después de ver a Bella “cometer
suicidio”…
- ¿No quiso Jasper venir contigo?
- No aprobaba mi interferencia.
Olfateé.
- No eres la única.
Se agarrotó y luego se relajó.
- ¿Tiene esto algo que ver con el agujero en la ventana delantera de mi casa y la caja
repleta de billetes de cien dólares en el suelo de la sala de estar?
- Sí - dije enfadada - Siento lo de la ventana. Fue un accidente.
- Eso normalmente está contigo. ¿Qué hizo él?
- Algo llamado Pacific Northwest Trust me concedió una muy extraña y persistente beca.
No era un disfraz verdadero. Quiero decir, no puedo imaginar que él quisiera que
supiese que era él, pero espero que no piense que soy estúpida.
- Por qué, ese gran tramposo - murmuró Alice.
- Exactamente.
- Y él me dijo que no mirase - Sacudió su cabeza con irritación.
***
Escena seis: con Edward la noche después de Italia, en la habitación de Bella…
- ¿Hay una razón por la que el peligro no te puede resistir más que yo?
- El peligro no lo intenta - murmuré.
- Por supuesto, suena como si estuvieses buscando el peligro fuera. ¿Qué estabas
pensando, Bella? Identifiqué en la cabeza de Charlie el número de veces que has estado
en la sala de urgencias recientemente. ¿Mencioné lo furioso que estoy contigo?
Su tranquila voz sonaba más dolorida que furiosa.
- ¿Por qué? Eso no es asunto tuyo - dije, avergonzada.
- En realidad, recuerdo específicamente que prometiste no hacer nada imprudente.
Mi refutación fue rápida.
- ¿Y no prometiste tú algo sobre no interferir?
- Al tiempo que tú estabas cruzando la línea - calificó con cuidado - Mantenía mi parte
del trato.
- Oh ¿Así que es eso? Tres palabras, Edward: Pacific Northwest Trust.
Levantó su cabeza para mirarme; su expresión era toda confusión e inocencia –
demasiada inocencia. Era un regalo de muerte.
- ¿Se supone que eso tiene que significar algo para mí?
- Eso es un insulto - me quejé - ¿Cuán estúpida piensas que soy?
- No tengo ni idea de qué estás hablando - dijo, con los ojos abiertos.
- Cualquiera - refunfuñé.


ACA DEJO OTRA DE LAS ESCENAS QUE QUITARON A LA HORA DE LA EDICION DESPUES LES PASO LOS OTROS CAPITULOS ES QUE SI NO QUEDABA MUY LARGO!!

SUERTE!!

Xoanniss

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