viernes, 4 de septiembre de 2009

Capitulos eliminados de Crepusculo ( En las Vegas)

En Las Vegas

A la mañana siguiente, fuimos al casino. La luz natural nunca llegaba a tocar la zona de
juego, así que fue más fácil. Edward me contó que generalmente esperaban ir a perder
algo de dinero en el hotel - una suite como la nuestra estaba reservada para aquella
clase especial de visitantes conocidos como grandes apostadores. Mientras ellos
caminaban - y yo iba en mi silla de ruedas - a través de los miles de metros de suelo
elegantemente decorado del casino, Alice se detuvo tres veces en una peculiar
tragaperras y deslizó una tarjeta por el escáner. Cada vez que lo hacía, las sirenas
sonaban muy fuerte, las luces giraban, y una simulación electrónica de monedas
cayendo indicaba que su premio había sido abonado a su habitación. Ella trató que yo
lo hiciera una vez, pero negué con la cabeza con escepticismo.
- Pensé que se suponía que deberías perder dinero - le acusé.
- Oh, lo haré - me aseguró - Pero no hasta que les haga sudar un poco. - Su sonrisa era
pecaminosa.
Llegamos a una sección más lujosamente decorada del inmenso casino, donde ni había
tragaperras ni turistas vestidos de forma informal con vasos de plástico llenos de
cambio. Las sillas de felpa reemplazaban los taburetes giratorios de bar, y las voces
eran silenciosas, serias. Pero nosotros continuamos aún más lejos, a través de un
conjunto de vistosas puertas doradas hacia otra habitación, una habitación privada, más
opulenta aún. Al fin entendí porqué Alice había insistido en la seda cruda, el chal verde
esmeralda que me había puesto hoy alrededor de mi vestido, porqué ella vestía con un
largo pareo blanco satinado - con un top de encaje que dejaba al descubierto su plano y
blanco estómago - y porqué Edward estaba tan abrumador e irresistible con otro traje de
seda ligera. Los jugadores de esta habitación estaban vestidos con un exclusivo
esplendor cuyo coste estaba más allá de mi imaginación. Unos cuantos de los hombres
más mayores e impecables hasta tenían jóvenes mujeres con vestidos largos de
brillantes y sin tirantes que estaban detrás de sus sillas, tal como en las películas. Me
compadecí de las bellas mujeres en cuanto sus ojos recorrieron a Alice y Edward,
dándose cuenta de sus propios defectos cuando ellas midieron a la primera, y los
defectos de sus parejas cuando se comían con los ojos al segundo. Yo era el enigma, y
sus ojos se apartaron de mí insatisfechas.
Alice se deslizó hacia las largas mesas de la ruleta y yo me avergoncé en cuanto pensé
en los estragos que causaría.
- Tú sabes cómo se juega al black jack, por supuesto - Edward se inclinó hacia delante
para murmurarme en la oreja.
- ¿Estarás de broma? - Sentí el color escurriéndose de mi cara.
- Sabiendo la suerte que tienes, dejarte jugar sería la mejor forma de perderlo todo - rió
entre dientes. Me empujó hacia una mesa con tres sillas vacías. Dos inmaculadamente
vestidos, excepcionalmente solemnes hombres asiáticos echaron un vistazo hacia
arriba con incredulidad en cuanto Edward me levantó con cuidado hasta una de las
sillas de terciopelo, y cogió un asiento al lado mío.
La delicada y preciosa oriental que estaba de pie al final de la mesa miró con una
insultante incredulidad cuando Edward acarició mi pelo posesivamente.
- Sólo usa una mano - me habló en voz baja casi en silencio en mí oído - Y guarda tus
cartas encima de la mesa.
Edward le habló al crupier en voz baja, y aparecieron dos impresionantes pilas de fichas
de azul oscuro encima de la mesa enfrente de nosotros. No tenían números - y tampoco
lo quería saber. Edward empujó hacia delante una pequeña pila de las suyas, y una
más grande de las mías. Miré enfurecida a Edward con un avergonzado pánico, pero él
sólo sonrió con travesura mientras que el crupier repartía las cartas rápidamente. Cogí
mis cartas con cuidado, sujetándolas con rigidez sobre la mesa. Tenía dos nueves.
Edward cogía sus cartas sin apretar; pude ver que tenía un cinco y un siete. Miré con
cautela a los dos señores que estaban cerca de mí, concentrada y aterrada, observando
detenidamente para ver cuál era el protocolo para una mesa de black jack de grandes
apostadores. Para mi alivio, parecía fácil. El primero extendió la parte superior de sus
cartas brevemente contra el fieltro, y recibió una carta, el segundo metió la esquina de
sus cartas debajo del montón de fichas de su apuesta, y no quiso nada. Rápidamente
puse mis cartas hacia abajo, empujándolas torpemente debajo de mis fichas - con las
mejillas ardiéndome - cuando el crupier me miró. Me di cuenta tarde que el crupier tenía
una reina. Edward rozó la mesa ligeramente, y la crupier le lanzó en la mesa un nueve
boca arriba enfrente de él. Le miré, mientras los hombres de detrás de mí murmuraron
con admiración.
El crupier tenía un jack, y yo perdí, como también los dos señores asiáticos.
Suavemente nos liberó de nuestras fichas. Escuché un apagado alboroto que venía de
la mesa de la ruleta, y tuve miedo de mirar. Edward empujó otra pila de mis fichas sobre
la mesa, y el juego empezó otra vez.
Cuando mis fichas desaparecieron, Edward me pasó parte de las suyas, incapaz de
contener su divertida sonrisa. Lo estaba haciendo bien, ganando tres veces, que la
mayoría de las veces que los otros hombres de la mesa. Pero, con el tamaño de mis
apuestas controlado por él, estaba perdiendo fichas más rápido de las que él podía
recoger. Todavía tenía que ganar una mano. Era humillante - pero al menos estaba
segura que nunca me convertiría en una adicta al juego.
Finalmente, perdí nuestra última pila de fichas. Los señores asiáticos, y su escolta
femenina, observaron a Edward con impresionada curiosidad cuando él no pudo
contener por más tiempo su alegría, riendo entre dientes silenciosamente, pero con un
profundo regocijo, mientras él me volvía a sentar en la silla de ruedas. Me sonrojé y
mantuve la mirada en la gruesa alfombra mientras me empujaba hacia fuera, aún
riéndose.
- Soy la peor jugadora de la historia - murmuré disculpándome.
- En realidad, no lo eres. Eso es lo que lo hace más divertido - se rió de nuevo. - Tú no
hiciste nada mal, aparte de jugar un poco cautelosamente. Lo extraño hubiera sido que
hubieras perdido todas las manos… - sacudió la cabeza, sonriendo abiertamente.
Llegamos a la mesa de la ruleta justo a tiempo de ver cómo Alice perdía su
espectacular pila de fichas de todos los colores en un sólo desastroso giro de volante.
Muchos de los jugadores esperanzados que habían apostado con ella a diecisiete al
black, le miraron con mirada asesina decepcionados. Ella se rió, un vibrante y
despreocupado sonido, y se unió a nosotros.
- ¿Perdimos suficiente? - susurré mientras salíamos por las puertas de oro.
- Creo que la casa está satisfecha. Probablemente eres su clienta favorita de hoy - se
rió él por lo bajo.
- Por favor, prométeme una cosa.
- Lo que quieras.
- Nunca, jamás me digas cuánto dinero hemos perdido hoy, por favor.
Para entonces, ya estábamos en el ruidoso casino, y su risa era incontrolada.


Aca les dejos una de las escenas eliminadas de Crepusculo que a decir verdad ¡ME ENCANTO!!! espero que lo difruten tanto como yo!!

Saludittosss

Xoanniss

1 comentario:

Maru dijo...

x diosssss que llegue el 19 de noviembre yaaaa!!! CULLEN'S BACK!!! quiero contactos de argentina.. q me escriban please!!! turkita_maru@hotmail.com